TUNA CHICHAME
La voz de las Cascadas

MITOS NOS ENSEÑAN SER LIDERES


MITOS Y LEYENDAS NOS ENSEÑA SER LIDERES

INTRODUCCIÓN


El Shuar es educado desde pequeño, por medio de los mitos, así que los Cuentos, Mitos y las Leyendas crean en la Nacionalidad una mentalidad que guía todas las acciones de la vida como un imperativo categórico, aunque a menudo no se tenga conciencia de ello. A veces se olvida el mito, pero queda el imperativo categórico que el mito fue creado a través de las generaciones.

El mito de Nunkui convence de tal manera a los shuar que la horticultura es una función femenina, que cualquier hombre se sentiría humillado al ir a deshierbar la huerta o a cosechar la yuca. Ningún hombre jamás prepara la chicha o se pone a hacer ollas. El mito de Katip determina como funciones femeninas el cuidado de los niños. El mito de la arcilla atribuye la alfarería a las mujeres.

La mujer no quiere cambiar su técnica de trabajo, alegando que así le enseñó Nunkui. No se trata de técnicas más o menos eficientes, sino que no se enfade, pues la producción no depende de las técnicas, sino de la voluntad de Nunkui.

Por esta razón se da mucha importancia a los anent o plegarias durante el trabajo. Si una huerta no produce, no se buscan las causas en el terreno o en las técnicas, sino en los ritos y plegarias mal ejecutados. Para propiciarse a Nunkui en las huertas debe reinar la máxima limpieza. Defecar en la huerta es una falta grave que puede atraer las maldiciones de Nunkui

La creencia de que los alimentos y la vida vienen de Nunkui; que vive en la tierra, llevó a los shuar a algunas prácticas que observan hasta nuestros días: En la casa shuar no se come sobre una mesa. Se tienden hojas en el suelo y se coloca sobre ellas la comida. La mujer no da en la mano los platos de comida, sino que los deja en el suelo, como para indicar que la comida que alimenta al hombre viene de Nunkui. La mujer va a dar a luz en la huerta. Se arrodilla en el suelo y deja caer el futuro de sus extrañas sobre unas hojas tendidas sobre la tierra, como para indicar que el nuevo ser viene de Nunkui. Al morir una persona, se sepulta debajo de la tierra para que Nunkui la haga nacer de nuevo, así como sucede con las semillas que se siembran en la huerta.

El mito de Táakent prohíbe la ligereza y el juego en la huerta, pues la huerta es el templo de Nunkui. El mito de la arcilla inculca el mismo respeto en la mina, vista como casa de Nunkui. El mito de Chechón reprocha la desobediencia y la ociosidad. El mito de Máa desteta el incesto y la formación.

El mito de Katíp enseña también que se debe sembrar más de lo necesario, haciendo huertas muy grandes, pues hay muchas pulgas. Quien siembra sólo lo necesario, se morirá de hambre porque con frecuencia hay invasiones de ratas, ardillas y otros animales que devastan las huertas.

Los mitos inculcan y explican los ritos: El mito de Nunkui habla de los Nantar como de talismanes que atraen el mismo poder de Nunkui. Estos Nantar son piedras de color rojizo que hallan las mujeres incrustadas entre las raíces de las hortalizas cuando van a sacar comida. Las mujeres las recogen en unas tazas de barro y las guardan debajo de los troncos caídos de la huerta. Para tocarlos se pintan con achiote para que no les chupen la sangre. Cuando canta Anent a Nunkui, dicen que los Nantar cobran vida, emiten chillidos, y se ponen luminosos, pues transmiten las bendiciones de Nunkui. Sin estas piedras, la huerta produciría poca cosa.

El mismo mito de Nunkui inculca que está prohibido comer los cerebros de los animales. Tal vez quiere hacer comprender que en la cabeza está la vida o el alma de los animales y de los hombres, cosa que pertenece sólo a Arutam (Dios). El mito de la arcilla nos habla del ritual que deben utilizar las mujeres cuando van a la mina, gritando a Nunkui para que les proporcione buen barro; de las plegarias que debe cantar la alfarera durante el trabajo y del soplo en las manos que utilizan las ancianas en los ritos de transmisión de poder, para que las jóvenes se hagan trabajadores. El mito de Máa hace alusión a la celebración del NUA TSANK y del INCHIMIU, rito para implorar la fecundidad de las mujeres, de las huertas y de los animales domésticos, casi olvidado por los shuar de hoy.

El de katip nos avisa de los tabúes que se deben observar durante el embarazo y el parto y del rito de libe-ración del mal ojo. También inculca el rito de probar las primicias de la huerta para que no produzcan agriera a quienes las comen. En el mito de Káarep se habla de la utilización del floripondio. zumo del floripondio y hasta los que lo rechazan, cuando hay alguna falta pública o cuando necesitan encontrarse con algún espíritu protector.

Ahora podemos comprender que los ancianos Shuar tienen razones muy fuertes al querer que se tomen en serio los mitos como historias sagradas. En verdad los mitos de Nunkui encierran bajo su ropaje literario una riqueza humana y religiosa tan valiosa, que nadie tiene el derecho de ridiculizar o despreciarlos como cuentitos de hadas o historietas pueriles. Aunque directamente quieren los mitos presentar a los hombres arquetipos de vida, indirectamente hacen tomar conciencia de una experiencia humana vivida, de una presencia divina en el mundo y de una ética. El mito se toma en serio como una realidad hasta que perdura la experiencia humana. Los cambios ecológicos y culturales cambian también la experiencia humana y, por lo tanto, el mito pierde su realidad y se transforma en un cuento que se puede cambiar y estropear a gusto.

Pero hasta que perdure el ambiente tradicional, el mito se cuenta con toda prolijidad y, aunque el vocabulario


Ordinario vaya modificándose con los términos del mito quedan invariables. Los arcaísmos lingüísticos de los mitos, nos demuestran claramente que se trata de una verdad inmutable y sagrada, que ningún hombre debe cambiar en lo más mínimo.

Cuando el hombre reflexiona humana y logra descubrir la presencia de Arutam (Dios). Entonces el mito se transforma es una historia sagrada, que se coloca en los tiempos primordiales. Cuando comenzaron las cosas, fuera del tiempo y del espacio hacer. No se trata de verdades reveladas por Arutam(Dios) al principio de la humanidad, sino de una revelación natural.

El mundo creado existe verdaderamente cuando el hombre toma conciencia de él. Cuando el hombre no toma conciencia de las cosas que lo rodean, es como si no existieran. Muchas veces nos sucede de pasar cerca de algo muy visible y de no notar su presencia porque está fuera de nuestro pensamiento lo va idealizando a medida que aumenta nuestra emoción, hasta hacerlo un objeto de predilección. Como el hombre pasa de la realidad al pensamiento, en el mito se presenta a Arutam como el súper-hombre que va de pensamiento a la realidad, o sea, que crea cuanto piensa y dice. Así que las creaciones el mundo pensado por Arutam. Y Arutam es el mundo pensado por los hombres que toman conciencia de la creación y por lo tanto se debe considerar los mitos muy seriamente, como el resultado de una larga reflexión religiosa de un pueblo y como su historia sagrada o su antiguo testamento. Es muy interesante que la nueva generación conozcan los mitos y desde ahí partir la adquisición de conocimientos culturales y hacer la realidad universal

 





MITOS Y LEYENDAS NOS ENSEÑA VIVIR MEJOR




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